6 de abril de 2009

La vil iglesia

"Yo soy la Luz del Mundo. El que me sigue no caminará en tinieblas, sino que tendrá luz y vida".



"Mientras el Papa se volvía más, más rico, y se continuaban guardando los grandes conocimientos de las viejas culturas y tradiciones, en los monasterios. Manteniendo una plebe tan mal educada, con un conocimiento mucho menor, que el de esos cerdos inquisidores. Plebe, la cual entregaba lo poco y nada que poseía para poder ser salvo y así optar a un pedacito de cielo, el cobro de indulgencias junto con la llamadas cacerías de brujas, las cruzadas; las que liberarían a Jerusalén de las manos musulmanas, viles pretextos para llevar a cavo una de las más grandes atrocidades cometidas por el hombre, en nombre de DIOS".

Esta base y un sin fin de hipótesis me han llevado a preguntarme;

-¿donde estuvo dios, para guiar a eso hombres de mala fe?-

“Yo soy la Luz del Mundo”.

Quiero pensar, en la remota posibilidad de que verdaderamente dios interviniera en el camino del hombre. Que de verdad sea guía en las tinieblas, así no tendríamos derecho a equivoco, no conoceríamos la falta, la injusticia, la Infamia.
Pero hemos venido al mundo a aprender de los desaciertos, de los errores, de las caídas, de la falta de criterio de algunas personas con delirio de supremacía.


“El que me sigue no caminará en tinieblas”.

Gente encarga de los altos mandos públicos, de las grandes instituciones, de los gobiernos, personas que son corrompidas por el poder, con alucinaciones de superioridad.
Las que han escogido su propio bien y no el bien común, gante que construye guerras por sus propios ideales y no por los ideales de toda esta gran comunidad.


“sino que tendrá luz y vida”.

El vaticano, portador de la luz y la vida, artífice de las más grandes desigualdades de esta tierra, dando a entender su superioridad y complejidad a la hora de escatimar sobre el bien y el mal, -¿y que obtenemos de él?-, su vieja ambición de poder, seguido de cerca por su continua avaricia, guardando así los grandes tesoros que algunas vez acumularon, con el robo y degradación que sufrió la gente humilde, en tiempos donde el Papa y el rey mancomunados, se preocupaban solamente de gobernar con más y mayor fuerza.
Hoy el Papa aun descansa en su trono de oro, y lo vemos sin mayor preocupación, más que la de retomar el poder que alguna vez, la falta de cultura y educación le dio.

Es hora de que la gran ramera (apocalisis 17:1) de por perdida su lucha y se dedique a enmendar los errores cometidos en el pasado y que importuna ahora en el presente.
Es hora que predique y practique, ya que aun veo pobreza en África, todavía mueran niños de hambre, mientras ellos se alimentan Acosta de los incrédulos fieles...

En nosotros esta la obligación de luchar por cambiar esto, es hora de mirar para el lado y darnos cuenta de que no estamos solos en este pedazo de tierra.
Que queramos o no, somos todos un conjunto complementario en esta vida, y por muy habitantes circunstanciales que nos creamos, somos entes concientes del dolor, del hambre, del frio.



“Nosotros somos la Luz del Mundo. Los que caminaremos para que un día, por nuestra lucha la vida sea plena y justa...”